En la búsqueda de una dieta saludable, el consumidor moderno se enfrenta a una encrucijada constante: la conveniencia de los alimentos procesados frente al ideal de los productos frescos y naturales. Aunque los nutricionistas insisten en la primacía de los alimentos sin procesar, la realidad es que ciertas conservas pueden ser aliadas prácticas y nutritivas en la cocina diaria, mientras que el acceso a productos frescos sigue siendo un desafío en muchas comunidades, lo que obliga a buscar soluciones ingeniosas y solidarias.
Alimentos en lata: ¿Una opción saludable?
A pesar de la mala fama que a menudo arrastran por su alto contenido en sal y conservantes, no todas las latas son iguales. La clave, según los expertos, reside en leer la etiqueta. “En general, es recomendable preparar todo tipo de salsas en casa, pues es muy difícil encontrar alguna sin aditivos ni azúcar. Debemos acostumbrarnos a elaborar salsas caseras de las que conozcamos la materia prima”, explica Elisa Blázquez, nutricionista de foodStories. Sin embargo, existen productos en conserva que, si se eligen correctamente, pueden formar parte de una dieta equilibrada.
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Pescado azul pequeño (sardinas y anchoas) Este tipo de pescado, rico en ácidos grasos omega-3, es una fuente económica y saciante de proteínas de alta calidad. Al optar por su versión en conserva, Blázquez recomienda elegir aquellas que solo contengan “aceite de oliva virgen extra y sardinas”, evitando conservantes, azúcares y aceites refinados. Además, aconseja “alternar el tipo de pescado y priorizar los pescados azules pequeños como la anchoa, el boquerón o la sardina, que tienen menos metales pesados que el atún o el bonito”.
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Legumbres Las legumbres de bote son un recurso muy socorrido que ahorra el tiempo de remojo y cocción. Miguel Ángel Lurueña, doctor en Ciencia y Tecnología de los Alimentos, subraya que “el hecho de que un alimento esté enlatado no determina sus características”. Lo importante es el contenido. Recomienda revisar la cantidad de sal y aditivos. Lurueña desmonta un mito común: “Un bote de legumbres con antioxidantes es mucho más saludable que un bizcocho casero elaborado con ingredientes naturales como mantequilla, azúcar y harina refinada”.
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Verduras y hortalizas (alcachofas, champiñones, tomate) Verduras como las alcachofas o los espárragos blancos en conserva permiten disfrutar de sus propiedades durante todo el año. Los champiñones, por su parte, son una fuente de fibra y proteínas baja en calorías. En el caso del tomate, es crucial vigilar el etiquetado. Antonio Rodríguez, autor de El libro de Sinazucar.org, advierte que “un simple bote pequeño de salsa de tomate industrial puede llegar a contener hasta once terrones y medio de azúcar”, superando la cantidad máxima diaria recomendada por la OMS. La recomendación es buscar productos que se asemejen a una receta casera: tomate, cebolla, ajo, aceite de oliva virgen extra y sal.
La lucha por el acceso a alimentos frescos: un caso en Wisconsin
Mientras que elegir una buena conserva es una decisión que se toma en el supermercado, para muchas comunidades el verdadero reto es el acceso a productos frescos. El condado de Juneau, en Wisconsin (EE. UU.), es un ejemplo de esta lucha. En esta región, una de las más afectadas por la inseguridad alimentaria del estado, uno de cada siete residentes tiene dificultades para llegar a fin de mes.
Con pocas tiendas de alimentación y precios elevados en el único supermercado del condado (un cartón de leche supera los 3 euros y una docena de huevos los 3,25 euros), muchos habitantes dependen de gasolineras o tiendas de bajo coste con escasa variedad.
Para paliar esta situación, los empleados del condado, en colaboración con más de una docena de productores locales, pusieron en marcha una iniciativa de distribución de alimentos saludables. Gracias a una subvención federal del programa LFPA (Asistencia para la Compra de Alimentos Locales), en 2024 organizaron más de 30 mercados ambulantes que no solo proporcionaban comida nutritiva a los residentes, sino que también apoyaban la economía agrícola local.
Un futuro incierto a pesar de los esfuerzos locales
Sin embargo, en marzo de este año, los fondos federales que sostenían el programa fueron cancelados abruptamente. A pesar de este revés, y coincidiendo con un aumento de la inflación que presiona aún más a los bancos de alimentos, la comunidad no se ha rendido. El condado y empresas locales han reunido una fracción del presupuesto original para mantener un programa mucho más reducido, con solo seis distribuciones planificadas.
El futuro es incierto, pero el compromiso se mantiene. Dustin Ladd, administrador del condado, sigue recorriendo las carreteras rurales con un remolque refrigerado para recoger las cosechas de agricultores como Laura, cuya granja había aumentado su producción esperando un año completo de mercados. Ahora, con un excedente de productos, desde sandías hasta tomates y batatas gigantes, se ve obligada a buscar nuevos clientes y a desechar parte de lo cultivado.
El esfuerzo de un equipo de funcionarios, donantes y voluntarios garantiza que, a pesar de las dificultades, los residentes sigan recibiendo alimentos frescos. La historia del condado de Juneau demuestra que, más allá de las decisiones individuales de compra, la seguridad alimentaria depende también de estructuras comunitarias sólidas y del apoyo a la agricultura local.